Acción/reacción.
Esto es lo que ha podido verse en la jornada de ayer de los sanfermines. Como
viene siendo habitual en los últimos meses, un fuerte dispositivo policial
aparece en cualquier concentración que exceda de un cierto número de personas.
El número de agentes varía dependiendo de la inclinación política del acto. Si
es un movimiento pacífico el despliegue será mayor que el de un movimiento potencialmente
peligroso, como en la manifestación convocada por grupos de extrema derecha,
aprobada y realizada finalmente el pasado 25 de mayo.
En
el caso que nos ocupa, el encierro comenzó con normalidad, pero en cuanto los
participantes empezaron a correr los antidisturbios comenzaron a cargar contra
ellos. Los detractores, defensores de los animales y contrarios a la crueldad
de estas fiestas que allí se encontraban, creyeron que se trataba de un intento
por defender al toro, por lo que comenzaron a aplaudir. Esto confundió a los
antidisturbios, que comenzaron a cargar contra la gente que aplaudía. Acto
seguido, se dieron cuenta de que los toros, no teniendo ya a quién perseguir,
se encontraban juntos y parados en la calle. Esto se entendió como una concentración
no autorizada y ocupación del espacio público y los agentes decidieron cargar
también contra los toros hasta que finalmente se disolvieron.